El otro día Miriam me dejó unos pañuelos de papel en el casillero. Así, de sorpresa. Son muy bonitos, con un estampado de música, da pena sonarse con ellos. Los he tenido en casa unos días y al final he decidido que son tan bonitos que no los puedo aceptar. Así que se los he devuelto.
Bueno, vale... De acuerdo. No se los he devuelto exactamente igual. Pero, ¿qué hubierais hecho vosotras?